lunes, 19 de octubre de 2009

El Nuevo Orden Mundial


Hace pocos años, en Ayrshire, una pequeña localidad escocesa, se reunían aquel día ciento veinte representantes de la elite política, financiera y empresarial de todo el mundo. Su cometido, diseñar el futuro del planeta.

Un ejército de guardias armados formaban un impenetrable cordón alrededor de un lujoso hotel escocés. No había huéspedes. Todas las habitaciones estaban reservadas con meses de antelación. La dirección del establecimiento había mimado cada detalle, en especial la gran sala de reuniones donde se encerrarían a cal y canto los representantes de lo más selecto de la elite mundial.

Banqueros, políticos, directores de medios de comunicación y empresarios de todo el mundo desfilaban en una verdadera procesión de limusinas negras en dirección al establecimiento.
Una nota de prensa explicaba que el acto consistía en un encuentro informal para "discutir las relaciones atlánticas en una época de cambio". El día se había levantado nublado, lo cual daba al cortejo de automóviles un aspecto levemente fúnebre. Por su parte los agentes de seguridad, aportados por varios servicios secretos occidentales, contemplaban la escena con el frío recelo profesional que les caracteriza.

Todo está perfecto, en su punto. La 46ª reunión del grupo Bilderberg podía dar comienzo... Oficialmente, la conferencia trataría sobre el futuro de la OTAN finalizada la Guerra Fría, la crisis asiática, el poder militar en el mundo, la problemática actual japonesa y las organizaciones multilaterales entre otros temas. En primer grado todo parece muy inocente. Casi una tertulia de café a escala mundial. Sin embargo, si se piensa más detenidamente, el asunto toma visos un poco más siniestros.

Porque, ¿quiénes son y qué pretenden los miembros del grupo Bilderberg? Se dice que aquellos que acuden a las reuniones del Bilderberg lo hacen a título estrictamente particular, privados de cualquier tipo de representatividad oficial sea cual sea el cargo que ocupen. Esa al menos es la teoría. Sin embargo, todos y cada uno de ellos han sido cuidadosamente escogidos por el comité organizador precisamente en virtud de los puestos que ocupan. Son los elegidos para unirse en una serie de deliberaciones secretas cuyo fin último es la preservación de la hegemonía occidental en el mundo.
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Una Elite Mundial:
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La filosofía del grupo estipula que cada miembro lo es a título estrictamente personal, convirtiéndose en un simple ciudadano particular durante el desarrollo de la conferencia. Como teoría no es mala. De hecho queremos pensar que se trata de una bienintencionada ingenuidad y no de una descarada manipulación de los hechos por parte de los organizadores. Y es que habría que ser muy inocente para no suponer que cuando estas personas se reintegren a sus respectivos cargos no se sentirán influidos por los acuerdos a los que se ha llegado durante la reunión.
Esto generalmente no suele ser así. De hecho, el grupo Bilderberg no es la única organización de este tipo que opera en el mundo. La Comisión Trilateral o el estadounidense Consejo de Relaciones Exteriores serían sendos ejemplos de organismos similares, cuyos acuerdos influyen decisivamente en la vida política y económica mundial. Pensemos que el comité consultivo del grupo Bilderberg cuenta con lumbreras como Henry Kissinger o David Rockefeller, presidente del Chase Maniatan Bank.
Además, los asistentes a estas reuniones parecen experimentar un notable impulso a sus respectivas carreras (siempre y cuando se adapten a los intereses del grupo). Por ejemplo, a la convocatoria de 1991 acudió como invitado Bill Clinton, quien justo después comenzaría su carrera hacia la presidencia de los Estados Unidos. De esta forma las listas de asistentes a las conferencias del grupo Bilderberg se convierten en una especie de quien es quien en la elite mundial. Son los elegidos, aquellos que realmente tienen en sus manos el poder de influir sobre el curso de los acontecimientos. Un nuevo concepto de sociedad secreta cuyos cónclaves transcurren en las más absoluta intimidad. Es por ello que resulta sumamente difícil tener una perspectiva apropiada de impacto real de estas conversaciones sobre el posterior desarrollo de los acontecimientos mundiales. Los representantes del grupo se definen como defensores de la democracia. Sin embargo, no nos perece excesivamente democrático que personas no electas y que no actúan en representación más que de sí mismas, se arroguen el privilegio de planificar el futuro mundial. Resulta paradójica esta contradicción entre sus propósitos confesados y los métodos que utilizan.
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Los Amos Del Mundo:
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Como todas las organizaciones que por un motivo u otro son alcanzadas por la polémica, los Bilderberg cuentan con un eficaz departamento de relaciones públicas que se esfuerza por presentar al grupo como un mero foro de estudio y debate sobre aquellos problemas que afectan directamente a las naciones del bloque occidental. Algo sumamente aburrido y alejado de las oscuras maquinaciones que se supone corresponden a una sociedad secreta. Charles Muller, administrador de los amigos americanos del grupo, escribió: "Bilderberg es un foro del más alto nivel internacional en el que puntos de vista opuestos pueden encontrarse de forma que surja un mutuo entendimiento". Como todas las grandes falacias, lo dicho por Muller es verdad, pero sólo en parte. Bilderberg es eso y mucho más. Es, con toda seguridad, la mayor acumulación de poder e influencias que pueda encontrarse actualmente en nuestro planeta.
Bajo la piel de cordero con la que pretenden revestirse, tras la categórica negación de que posean alguna capacidad de gobierno o incluso de influir en forma alguna en los acontecimientos mundiales, hay una certeza, dictada por el sentido común, de que la verdad es muy distinta. Aunque los asertos del grupo fueran sinceros, resultan imposibles de llevar a la práctica. Esto es algo que no han tenido más remedio que reconocer algunos de sus miembros que conceden que las reuniones y debates del Bilderberg influyen y han influido decisivamente en múltiples decisiones políticas.
Entendámonos, los Bilderberg no hacen política. Esas menudencias se las dejan a personajes de segunda fila dentro de los respectivos panoramas nacionales. Su trabajo es más importante que todo eso. Ellos diseñan, dibujan, perfilan y planifican las políticas que se ejecutarán en cualquier punto del globo. Para ellos la palabra clave es consenso; trazar los grandes caminos por los que discurrirá la Historia. Para imponer sus criterios no necesitan la fuerza, ni tan siquiera recurrir a la coacción, ya que los miembros del grupo ocupan posiciones clave dentro del concierto internacional, de forma que su influencia puede ejercerse sin apenas ser notada.
Sus actuaciones a menudo derivan en profundos cambios dentro de las esferas económicas y políticas mundiales. ¿Dónde crees, amigo visitante, que se impulsó, por ejemplo, la puesta en circulación de una moneda única europea? Ahora que te devanas los sesos intentando averiguar cuántos euros valen tus antiguas pesetas, recuerda que el "favor" se lo debes al grupo Bilderberg. Por supuesto, la creación y cimentación de la Comunidad Económica Europea se gestó también durante el transcurso de estas conferencias. No se trata de una suposición, sino de algo reconocido hace tiempo por una figura tan prestigiosa en el panorama político internacional como el antiguo embajador norteamericano en Alemania occidental y miembro del grupo, George McGhee, cuyo testimonio figura incluso en la biografía oficial del príncipe Bernhard.
Se conocen muchas otras intervenciones del grupo en la política y la Historia contemporáneas de Occidente. Sin embargo, lo que ignoramos puede ser más sorprendente todavía, como la sospecha de que alrededor del Bilderberg se mueve una "tabla redonda" de 45 magnates de los negocios, quienes dirigen prácticamente a su antojo la vida económica de la Unión Europea y de sus países asociados.

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